domingo, 1 de mayo de 2016

De la última batalla de don Quijote.

Sus enemigos se habían acabado. Quizás, nunca habían estado. Cualquiera  fuera el caso, el último tramo de sus aventuras se encontraba reinado de calma, una calma en la cual él no encontraba gozo.

Un pensamiento, de inagotable reverberación, le mantenía intranquilo: "Los caballeros no encuentran dicha sino en la aventura". Pero él no era un caballero. Era Alonso Quijano el bueno; amigo de Sancho, tío de Antonia.

Desde que hubo recuperado su sí, había evitado posar tanto sus pasos como sus pensamientos en el camino andado. Sabía reconocer que no había sido Urganda la desconocida quien lo había sacado de su lecho final, ni Frestón quien allí lo había postrado. Sin embargo, cuando se detenía a mirar el camino que se extendía frente a él, no encontraba sino desierto.

Fue ese mismo andar el que lo condujo allí. Allí donde, a la distancia, divisó a un viejo conocido.

Se acercó lo suficiente. Cuando lo tuvo frente a sí, se distanció lo necesario. Cualquiera fuese la naturaleza de aquello, no iba, esta vez,  a arremeter sin cuidado.

Con pasos tan firmes como medidos caminó en torno al pálido gigante. Entrecerrando los ojos, allí donde la bastedad de su adversario dibujaba su sombra sobre el pasto, encontró lo que buscaba. El largo pelo blanco del gigante obró de escalera, y ese ascenso dio comienzo al enfrentamiento. 

El temor  que le infundía la quieta manifestación de la inamovible fuerza del gigante lo hizo mantener su mirada gacha, pero no evitó que siguiese adelante.

El ruido del viento llegó antes que su fuerza.  Ese sobresalto, sin embargo, fue la alerta necesaria para asegurar su agarre y no perder el equilibrio. Siguió adelante. Se encontró al alcance de mil brazos en pleno movimiento, pero esto tampoco lo detuvo. Justo cuando se encontró habiendo domado a su adversario, el viento cesó. El ocaso se había abierto camino a través del Sol de la tarde, por lo que pudo volver a abrir bien sus ojos.

Alonso Quijano no había perdido la cordura. Sabía que no se había enfrentado a Polifemo, y que él no era Odiseo. Sin embargo, la batalla que se había sucedido había ocupado en él un lugar que precisaba ser ocupado. Desde lo alto, don Quijote miro el horizonte, y ya no lo encontró vacío.

lunes, 18 de julio de 2011

Escape Chino

El viento frío de Julio y una tensa calma eran el clima de la velada. Sabotaje aparte, los planes originales de reforzar vínculos afectivos a través de Toy Story 3 habían fallado y algunos todavía hacíamos notar nuestro fastidio.
Sumado a esto, nos veíamos obligados a esperar afuera de un tenedor libre en el cual habíamos efectuado la debida reserva, pero a los simpatiquísimos orientales dueños del espacio eso pareció no importarles. 
"Reselva, sí, reselva. Gente, mucha, no mesa. Afuela, espelal", podría resumir la importancia que le dieron al asunto. Básicamente, les chupó un huevo.

La puerta del lugar dividía grupos de amigos festejando el 20 a toda alegría de otros intentando pasar el tiempo entre charlas y puteadas. Ansiosos comensales se seguían sumando del lado de afuera y, como además de las ganas de festejar la jornada entre amigos, algunos teníamos mucho hambre, fuimos aprovechando distracciones del guardián del restaurante, una suerte de pequeño patova chino de turno, para inmiscuirnos adentro y hacer uso de las comodidades que este  
ofrecía. O sea colarnos, cazar un plato y comer lo que se deje comer de parados mientras esperábamos mesa.

Paso un rato de haber empezado a picar y la mesa llegó. Luego de hacer notar a una muy contenta y bien predispuesta moza (Nota: No) la falta de sillas, servilletas, pan y otras yerbas, empezó el pedido de bebidas. Una coca, dos cocas, un par de vinos...

Las recorridas por los pasillos de un tenedor libre siempre son algo particular. Uno hace una primera caminata de ojeo, en la cual aun espera encontrar lo más rico, y luego en la segunda vuelta empieza la selección y va tomando forma el plato. Luego de 23 vueltas de búsqueda nos dimos cuenta de que nos íbamos a tener que conformar con la resaca de unas muy dudosas papas fritas, e ir a pedir pasta y carne, que eso hay siempre. 

- Te pido unos sorrentinos con bolognesa.
- Te los debo, quedan solo fideos.
- Bueno unos fideos con bolognesa.

Y luego, el siguiente en la fila. 

- Te pido unos fideos con bolognesa.
- La bolognesa se terminó, te la debo.

Con la carne la situación era parecida, con el detalle de que además estaba muy muy fiera. Vuelta a las mesas, brindis, anécdotas, segunda ronda de bebidas, y disfrutar del espectáculo que daba una señora, bastante entrada en años y en vino, que bailaba arriba de una silla mientras la hinchada de mesas a su alrededor repasaba cánticos. "A-bueeee-laa! A-bueeee-laa! A-bueeee-laa!". 

Llegaron luego mas platos que se iban ganando mis mas imaginativas puteadas, llegaron rondas de bebidas siempre incluyendo uno o dos vinos, llegó el postre... y llego también la cuenta."¡¡Eh!! ¿¡Pero que rompí!?".

Luego de verificar que el número final no nos hacia dueños de una parte del lugar, nos iniciamos a dividir la cantidad. La moza seguía firme junto a la mesa, como quien intuye algo. "Anda que te llamamos, tenemos que juntar la plata. No nos vamos a ir, jaja". Empezamos entonces a ver cuanto ponía cada uno, al momento en que nos dimos cuenta que varios integrantes habían salido a fumar. "Che... y si...".

Casi en simultaneo, como un pensamiento que revolotea el aire alrededor y entra en todos al mismo tiempo, la idea de fuga se instaló en la mesa. Mesa que, dicho sea de paso, se encontraba a 1.2 kilómetros de la puerta, puerta en la que se encontraba el guardián de turno, y a la cual para llegar había que pasar por la caja, a través de las desafiantes miradas de los dueños del establecimiento, que sospechábamos tenían encadenado a algún Bruce Lee, dispuestos a utilizarlo contra potenciales escapistas.

Vueltas. Sale uno, entra otro. Salen 3, vuelve uno que agarra una mochila, las camperas y vuelve a salir. ¿Estamos todos?, ¿Quien falta?. ¡El Tano!. ¡Tano Salí! repetían los mensajes y los llamados. El Tano, chocho. 
Era él, quien ante todas las miradas de los espectadores, debía dar esos pasos finales con la velocidad justa, ni muy rápido ni muy lento, sin temblar, y con la cabeza bien arriba, como quien ya había dejado la plata sobre la mesa, el doble contando la propina, y se encontraba encendiendo un habano con un billete de 100 euros.

Toda esperanza parecía perdida, cuando se dio. El Tano dió sus primeros pasos afuera de esa puerta que dividia todo, pasando a través del guardián, sin mirar atrás. Dos pasos. Diez pasos. "¡¡Correeee!!".

Entre risas y corridas nos íbamos alejando, sin mirar atrás, mientras imaginábamos que nos perseguía un grupo de 15 ninjas liderados por Bruce Lee, que se encontraba con las cadenas rotas y con sed de occidentales en fuga. Los patrulleros que pasaban parecían conspirar contra nosotros, organizando un convoy para frustrar nuestro escape y aplicarnos todo el peso de la ley. O pagar la cuenta. 
La cuenta del 20 de julio la invitó la casa, y las cervezas y gastos del resto de la noche, bueno... ¡Paga el chino!

martes, 5 de julio de 2011

Julio Final



Lejos de ser el moño del año, y anhelando que las cosas se muevan con un cambio menos, la palabra Final tiene en este mes otro significado.

Más probablemente en plural y de la mano de la palabra rendir, para los estudiantes y los que a veces lo somos, logra dividir la situación en 2 momentos totalmente relacionados y opuestos: O estás estudiando para los finales, o estás de festejo porque terminaron.

Abarca además estos días la palabra estudiar, un significado más amplio que el de 'Ejercitar el entendimiento para comprender o aprender una cosa.'

Sin excluir (quizás) el ejercicio del entendimiento, hoy estudiar abarca todo el momento desde el cual:

  • Decidís que tenés que estudiar, y se lo contás a alguien por MSN.
  • Tratás de mentalizarte de que realmente si no estudias estas al horno. Mientras, recorres novedades en redes sociales y tenés la televisión de fondo.
  • Ves conectado a un compañero, y le pedís algún resumen o dato del examen a rendir. No contesta. Debe estar por volver. A esperar.
  • Lejos de adelantar nada, esperas que tu compañero vuelva, para que te pase algún tipo de data. La clave es postergar.
  • Conseguidos los resúmenes, le expresas al mundo entero que estás estudiando.
  • Ordenas la pieza.
  • Chusmeas la compu por última vez, y te das cuenta que tus amigos salen. No sé a que variable, agenda universitaria o disposición de las estrellas responde, pero no existe posibilidad alguna de que un grupo entero de amigos decida pasarse un fin de semana entero, cada uno en su casa, estudiando.
  • Te duchas, así te despejas antes de empezar a estudiar. Te cambias. Pasas por el súper a comprar coca. Compras también Fernet, haces la previa y te vas a bailar. Al otro día te das cuenta que ya es tarde para estudiar, prendes la compu y te haces un blog.


Bueno, puede que el último punto no sea totalmente aplicable a la definición de estudiar, pero de cualquier manera todo concluye cuando aunque te haya ido realmente pésimo, el examen termino y hay que festejarlo.

No importa si tu festejo incluye dormir lo que no dormiste en todo el año, verte entera esa serie de la que todos hablaban mientras vos terminabas trabajos prácticos, irte a un aquelarre en algún lugar oscuro del conurbano o salir hasta que el sol del mediodía te cuente que te pasaste de rosca, es ese momento en el cual lo único que importa es que 120 días te separan de los próximos finales.

Empezó Julio. Empezaron los Finales. Y yo me hice un blog.


lunes, 4 de julio de 2011

El Principio es la Mitad de Todo



Cordiales bienvenidas a los amigos, a los curiosos, a los que siguieron un link que decía 'No haga click aqui', a los transeúntes de la Internet que no se pueden dormir o no se terminan de despertar, y a todo aquel que por alguna casualidad esta acá.


Empezando por donde se debe, el blog surge, de un modo liso y llano, de las ganas de escribir. El título sale de varias cosas. 


Expresado muy en criollo, un supernova es una estrella que, mientras colapsa en si misma, derrocha una combinación de luces y colores. Lo encantador...


Lo urbano no necesita explicación. Creo que tampoco lo necesita el hecho de que la ciudad parece, muy seguido, a punto de colapsar en si misma, manteniendo siempre de a gotas el encanto que encierra.
Por último, en el rincón más conocido de la palabra supernova se esconde una canción, que de yapa, trae consigo un brindis.


Suficientemente sencillo, al no ser un experto en actualidad o historia, ni estar envuelto en política como para escribir con autoridad, serme casi suficiente de deportes lo que veo, y que existan 2,23 páginas de tecnología por persona, se me ocurre escribir, básicamente, de lo que pinte.


Todo dicho, solo queda el toque musical que acompaña la partida.








¡Saludos!